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El vecino que trae el perro a cagar a mi puerta

Posted by Juan Manuel Vargas Vega on 9.4.11 in
Voy de forma apresurada, no sé como se me habrá podido olvidar, desde luego que esto solo me pasa a mí, y además a esta hora, debe ser cerca de las tres de la tarde. Cuando abro la puerta me da el bofetón de calor, que se puede esperar a estas horas en el mes de Julio. Hay un abejorro negro de un tamaño descomunal dando vueltas alrededor de las flores del jazmín y se escucha el canto de una cigarra que se ha aposentado en el árbol que hay en la acera delante de la casa. Tengo que hacer memoria por si se me ha olvidado algo mas, creo que no. Se escucha la música del Telediario, son las tres. Esta mañana antes que hiciera tanto calor he visto a la cigarra en la rama del árbol, es difícil de ver, es de color marrón claro igual que la rama, cuando me acerqué dejó de cantar.

Salgo por la puerta y antes de subir al coche veo venir un perro negro de esos de pelo rizado y no muy alto, de los que casi arrastran las orejas por el suelo. Hace una ligera brisa de levante que ha traído del fondo de la calle un olor a sardinas asadas. La humedad es muy alta, hace que la piel esté pegajosa. Detrás viene una mujer bastante entrada en carnes, nada agraciada, por que hay que decirlo hay gordas guapas pero esta no lo era, y por si fuera poco tenía pinta de espesa, con la correa en la mano y bamboleándola y de pronto de entre los coches aparece un pedazo de perro de un tamaño que asusta, de esos que no sueltan el bocado. Me pregunto ¿Quién es y a que viene aquí con los perros?, de inmediato me respondo, da igual quien sea pero trae aquí a los perros a cagarse en mi puerta. Siguiente pregunta ¿Por qué no se caga en la suya?, respuesta, porque así limpia la mierda otro.

Subo al coche, como se me ha podido olvidar el arroz. Arranco, hace un calor sofocante a pesar del parasol, el display del coche marca 39, abro las ventanillas y en ese momento pasa a la altura del coche la mujer de los perros. Confirmado, no es agraciada y tiene espinillas.

Le pregunto.
- ¿No traerá a los perros a cagarse aquí?
Se mete la mano en el bolsillo y saca dos bolsas del Mercadona, enseñándolas con alegría, como diciendo “TENGO LICENCIA PARA CAGAR”.
- Traigo bolsas, contestó descaradamente.
- Si, pero mientras recoges la mierda de uno de los perros el otro se caga por otro lado, no te das cuenta y aquí se nos queda.
- No, no es posible, yo las recojo todas.
-Pues sería mejor que se quedara con los perros cagándose en su puerta en vez de en la de los demás.
Ni puto caso me hizo la gorda, como  el que oye llover.

Días después me entero que viven al otro lado de la calle, son nuevos. No me equivoqué, a partir de ese día, casi día si y otro también aparecieron mierdas de perro por aquí  y por allá. Y se distinguía perfectamente cual era de cada perro, por el tamaño, las del perro grande eran de una abundancia que no se puede describir....

La gorda no apareció mas, el que lo hizo fue el dueño del perro. Una tarde me encontré con el y volví a la carga.
- ¿Por qué traes el perro a cagar aquí?
Me miró el de la cabeza afeitada con cara de pocos amigos, y sin ganas me contestó:
- Traigo bolsas.
Estuve por preguntarle, ¿del Mercadona o del Supersol?
Misma conversación que con la señora gorda, le digo:
- ¿Porque no te quedas delante de tu casa y cuando caguen los paseas por aquí?
Me mira y en una millonésima de segundo leo en su mente la respuesta: “que querrá el imbécil este que mis perros se caguen en mi puerta, mejor traerlos aquí a que lo hagan en la suya”.
Le inquiero que aparecen mierdas casi a diario y me dice que es imposible que las recoge todas. ¡UNA MIERDA!, para él, por supuesto.

Una mañana a la 7 salía para trabajar, donde iba ir si no a esa hora, y de nuevo el tío con los dos perros.
Me había visto claramente, pero evitaba mirarme, yo sin embargo le miraba descaradamente a ver si hacia intención de marcharse, viendo que no reaccionaba le dije, con un tono de voz mas bien alto y con enfado.
- ¡Eres de ideas fijas! ¿Eh?, insistes en traer el perro a cagarse a la puerta de los demás
Me contestó en el mismo tono para no hacerme de menos.
- ¡Déjame ya! No veas que tío mas pesado, contestó, si no te gusta vete a vivir al campo.
- Al campo te vas tú, cuando vea una mierda por aquí te la pondré en tu puerta.
- Pues eso es lo que tienes que hacer, dijo bastante enfadado por haberle increpado de nuevo.
Agarró al perro grande por la correa y se fue gesticulando y protestando.

 Ya no me volví a enfrentar mas y el muy educado dueño del perro volvía diariamente y aparecían excrementos por la calle, hasta que dos de mis vecinos lo pillaron un día y le leyeron la cartilla, pero extrañamente quedó muy contento tal vez porque fueron mas diplomáticos que yo, y encima  se permitió el lujo de decirles que ellos eran unos caballeros, no como yo que era un maleducado, y que lo había mandado a vivir al campo. Hay que tener dos pares para aguantar esto.

Ahora se va a la calle de arriba donde hay un descampado, que es donde van los dueños de otros perros o a la calle de abajo y les deja el regalito en la acera, y es posible que vaya bastante, los que viven allí se lo agradecen de esta forma.



Quede claro que no tengo perro, pero si lo tuviera no lo llevaría a depositar sus excrementos a la puerta de otro, me iría al descampado, donde no molesta a nadie.

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