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Yo conocí a Napoleón y a Josefina...

Posted by Juan Manuel Vargas Vega on 17.8.11 in


Iba con tiempo de sobra, tenía cita para la prueba radiológica a las 10:15 y faltaban todavía 25 minutos, había previsto que me sobrara tiempo para tomar café. Muy cerca de donde tenía que ir hay varios bares, me paré en el Café Metrópoli, me da la impresión que por el aspecto interior está igual que hace 40 años, siempre me llamó la atención su enorme y antigua barra de madera en forma de U.
-         Un café y un pitufo con aceite, por favor.
El bar estaba casi vacío, a parte de los 2 camareros, éramos 3 clientes. Un señor de unos 60 sentado en una mesa leyendo el periódico, yo de un lado de la U y otro señor de unos 50 al otro lado de la U, casi enfrente de mi, tomando una copa de coñac. Mientras me servían tomé un periódico que había sobre la barra y empecé a hojearlo.
El señor de la copa de coñac, aparentemente mareado por la poca estabilidad que demostraba en sus movimientos, se la tiró a pecho y carraspeó con fuerza y con voz de borracho le dijo al camarero con confianza:
-         Pepe, ponme otra copa.
-         Ya has bebido demasiado, ya no bebas mas, le dijo el camarero.
-         Anda Pepe, ponme la copa ya, y ponle otra a este hombre, refiriéndose a mi.
-         No muchas gracias, le contesté.
-         Pero bueno, me va usted a rechazar una copa a mí, me esta ofendiendo, ¿es que no quiere usted beber conmigo?
-         No, perdone no se ofenda, es que para mí es temprano para beber.
-         Pues le invito a desayunar.
-         Pepe, el desayuno de este hombre lo pago yo.
Una situación incomoda, el hombre insistía en invitarme y se ofendió por que le dije que no. Mientras tanto el señor de los 60 de la mesa no estaba ajeno a la conversación, pero no levantaba la vista del periódico quizás por temor a que la tomara con él.
Pepe le sirvió la copa al cliente que se tambaleaba.
-         Yo conocí a Napoleón y a Josefina, dijo entre sorbo y sorbo el borracho.
Se agarró a la barra en un intento de guardar el equilibrio y añadió:
      -     Me acuerdo…., me acuerdo de… de la Guerra de la Independencia
Pepe que me traía el café y el pitufo lo miró de reojo, movió la cabeza y dijo unas palabras entre dientes que no comprendí. Me picó la curiosidad y estuve a punto de preguntarle que había dicho.

-         Si, si, dijo tambaleándose, conocí a Napoleón y a Josefina.
Se quedó callado 3 o 4 segundos con la mirada perdida y volvió a hablar.
-         Conocí a Marco Antonio y a Cleopatra.
El otro camarero se sonreía sin decir ni palabra.
El de los 60, atónito, levantó la mirada del periódico, me miró como con una pregunta esperando una explicación a lo que ocurría.
-         Eh! amigo, ¿quiere usted tomar una copa conmigo después que tome el desayuno?
-         Se lo agradezco, tengo un poco de prisa, tengo cita con el medico.
-         Eso me haría falta a mi, ir al medico, -dijo pensativo y prosiguió- que ruina de salud, y todo esto por culpa de una mujer.
Ese comentario que hizo me llamó la atención y tal vez lo explicaría todo. Pepe volvió a mover la cabeza, esta vez asintiendo.
-         No bebas mas, le dijo Pepe, cuando termines la copa te estas marchando a tu casa a dormir.
-         Pero Pepe a donde voy a ir con lo bien que estoy aquí rodeado de buenos amigos.
Pagué el importe del desayuno, me disponía a marcharme, el señor de los 60 se quedó entre el periódico y observando al borracho.
-         Oye Pepe!, ¿sabes? yo…, yo… conocí a Viriato y …..
Ya salía por la puerta del bar y no escuché el final de la frase de mi amigo el borracho que a tanto personaje importante conocía, supongo que si estaba bien documentado nombraría a Ada, la esposa de Viriato. Me fui pensando en el comentario de que todo era por culpa de una mujer, ¿qué habría ocurrido en su vida?, ¿qué le pasó con la citada mujer?, ¿esposa?, ¿amante?, ¿amor prohibido?
Se fueron diluyendo mis pensamientos y mezclándose con otros, la vida, el trabajo, la prueba radiológica…..

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