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Póngame un café con el frío quitado

Posted by Juan Manuel Vargas Vega on 10.9.11 in


Hacía años que nos conocíamos, éramos compañeros de trabajo desde hacía bastante tiempo. Diariamente nos reuníamos casi la mitad de los compañeros para ir a desayunar,  la otra mitad iba mas tarde y  había algunos que no formaban parte de ninguno de los dos grupos, bien porque ya pasábamos bastante tiempo juntos y valoraban tener un tiempo de relax yendo solos o bien porque iban con compañeros de otra planta del edificio, y algunos, los menos, iban a su casa a desayunar que les quedaba cerca o sencillamente ya venían desayunados.
En este último grupo se encontraba Justo, desde siempre no iba con ninguno de los dos grupos. Un buen día, todavía hoy no se sabe por qué, se unió a nuestro grupo.
-         Hoy me voy a desayunar con vosotros, nos dijo.
Nos miramos con cara de sorpresa, hasta que alguien le preguntó:
-         Pero bueno Justo, ¿Cómo es que te vienes, no has desayunado en casa como todos los días?
-         No, hoy no. A partir de hoy solo tomo café en casa y desayuno con vosotros, así se me hace la mañana mas corta hasta la comida.
Era primavera, hacia una mañana esplendorosa, un cielo azul, radiante, ni un soplo de viento y unos 24º o 25º, como para no estar trabajando. Fuimos tranquilamente paseando subiendo la cuesta hasta el bar disfrutando de la mañana. Éramos un grupo de 7 u 8, como siempre. El camarero que ya nos conocía se sabía los cafés: un corto doble, dos mitad dobles, una nube,…. Nos preguntó por los bocadillos que es en lo que variábamos un día u otro.
-         A mi póngame un sombra, doble no, sencillo, pero no me lo ponga caliente, me lo pone con el frío quitado, y un pitufo con aceite, con el pan no muy tostado, dijo Justo.
El camarero, un tipo  de unos 40, alto, con cara de pocos amigos no hizo ni una mueca a este comentario, no levantó la vista del bloc donde anotaba la comanda.
El bar que todavía existe, es un mesón, con un salón grande, es un negocio familiar, más de la mitad de los camareros de dentro y fuera de la barra son familia, e incluso aquel día uno de los hijos de uno de los propietarios jugaba en el salón.

Recientemente, después de varios cambios de oficina, hemos vuelto casi al mismo sitio donde comenzamos y hemos vuelto a ir a desayunar al mismo bar. Ha cambiado la fauna y hay más gente que entonces. El verano pasado, a nuestra hora, coincidíamos casi todos los días con una mujer de unos 35, morena, atractiva, embarazada y acompañada de un señor de unos 60. Mis compañeros y yo día tras día nos preguntábamos que relación les unía.
-         Yo creo que es el padre, dijo uno de ellos.
-         Pues yo creo que no, dijo otro.
-         Pues a mi me parece que es el compañero, si no, ¿a que iba a venir a desayunar todos los días con ella?
-         No puede ser, si tiene por lo menos 30 años más que ella, como una mujer de su edad iba a estar con un hombre que parece su padre.
-         Quien sabe, ¿y si a ella le confunde la noche y bajo el efecto de perdida de conciencia producido por  el alcohol lo conoció, pasó una noche loca y quedó embarazada?
-         O tal vez, es un superhombre en la cama, ahí donde lo vemos, las tías se vuelven locas por él.
-         Venga hombre… ¡Vamos!, ¡Anda ya!, eso es lo que él quisiera.
Y en estas intentábamos todos los días adivinar que relación había entre ellos.


El camarero, nos sirvió los cafés y los bocadillos.
-         Joder..., joder…, joder…
-         ¿Qué te ocurre Justo?
-         Eh! camarero..., camarero no se vaya, llévese el café, le he dicho que no lo quería caliente, que lo quería con el frío quitado.
-         ¿Se lo cambio de  vaso?
-         No, no quiero que lo cambie de vaso, lo quiero con el frío quitado.
Sin articular palabra, pero con un gesto de desagrado en la cara apenas imperceptible, el camarero se llevó el café.

-         Pues sabéis lo que pienso, que es el amante, ella es de ese tipo de mujeres a las que les gusta los tíos más mayores que ella y que les gusta sentir a su lado a un hombre con un aire paternal.
-         No lo creo, ella es atractiva, nunca buscaría  a un hombre tan mayor, tiene posibilidades de encontrar uno de su edad.
-         Fijaos ya se marchan, en estos días le ha crecido bastante la barriga, ya le falta poco para dar a luz.
-         ¿Creéis que el abuelete todavía mantiene relaciones con ella estando tan embarazadísima como está?
-         ¡Que va! Este debe ser el padre.
-         Que no, que no, que es el compañero, no veis la cara de satisfacción que tiene por ser padre a los 60.

De nuevo el camarero trae el café a Justo. Toca el vaso con temor a quemarse y pone mal gesto, se lo acerca con cuidado para probarlo y por la cara de desagrado ya sabemos todos que el café no ha vuelto con el frío quitado.
-         No puedo, no puedo tomar este café tan caliente, esto me quema, a ver donde está el camarero, ¿por que no se entera que lo quiero con el frío quitado?
-         Camarero, camarero por favor, mire este café quema.
-         Bueno, le han puesto leche fría, no se como puede quemar todavía -dijo el camarero- bastante molesto por la exactitud con la que los clientes exigían la temperatura del café.
 Seguramente estaría pensando para sus adentros, ¡pues sóplale, capullo! o ¡espérate que se enfríe delicado de mierda!, que me has hecho venir ya dos veces a cuenta del puto café.

-         Míralos, ya esta aquí la parejita, la embarazada y su amante el abuelete.
-         ¿Le preguntamos al camarero a ver que sabe de ellos?
-         Anda ya ¿tú crees que va a saber algo?
El camarero era el chico que jugaba en el salón casi veinte años atrás.
-         ¡Eh! camarero, una pegunta, estamos aquí intrigados intentando averiguar  que relación  une a estos dos, pero no lo adivinamos, que si son padre e hija, que si son pareja… no nos ponemos de acuerdo ¿Qué sabes?
-         Son compañeros de trabajo –dijo el camarero, con una sonrisa maliciosa en la cara-, no son pareja, trabajan juntos en una oficina de aquí cerca y vienen a desayunar juntos a diario.
En ese momento se rompió el morbo de la situación. Quizás no deberíamos de haber preguntado. Había opciones tan sencillas como esta que no habíamos pensado.

-         Aquí está el café con el frío quitado, dijo de malas ganas el camarero.
-         ¡Es que se lo he pedido con el frío quitado! -dijo Justo molesto por la actitud del camarero-, ¿no es capaz de entender lo que le he pedido? –se enfrascó en una discusión absurda con el camarero-
-         Vamos a ver es la tercera vez que le traigo el café, cada vez con mas leche fría, espero que esta vez sea del agrado del señor… –dijo sarcásticamente-, y si no es así le sopla usted o se lo toma en su casa… - y faltó una sola palabra para completar la frase, que el camarero no llegó a pronunciar, pero que algunos si fuimos capaces de oír directamente de su pensamiento…. ¡Gilipollas!-
El camarero se fue harto de la situación y Justo siguió protestando...
    -     Y además le he pedido el pan poco tostado y fijaros como me lo ha traido, miradlo, miradlo..., todavía se lo devuelvo y me tiene que traer otro menos tostado....

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