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¿Residencia Ribera-Schindler?

Posted by Juan Manuel Vargas Vega on 3.4.11 in
Ringgg, ringgg, ringggg, ringggg……., las once y veinte de la mañana, ringgg, ringggg…., ¡el teléfono!, no para de sonar, ¿no hay quien coja el teléfono?, las llamadas casi nunca son para mi, pero siempre me toca coger el teléfono, incluso los sábados, no espero ninguna llamada, voy corriendo, casi tropiezo y cuando llego se ha cortado. Unos segundos después casi no me he retirado todavía y vuelve a sonar, miro el display y es un numero que no conozco, de dentro de la provincia pero de otra localidad que no identifico, no sé si cogerlo, por lo menos no llama con llamada oculta como otros, hace unas semanas me llamó una chica con llamada oculta diciendo que era de una editorial y que me iban hacer unas preguntas sobre que opinaba acerca de los hábitos de lectura de los españoles. Ha dejado de sonar justo en el momento que lo cojo, ¿ha colgado?, no mi hija lo ha cogido desde otro terminal una fracción de segundo antes que yo y cuando yo pregunto ¿dígame? lo está haciendo también ella, al otro lado de la línea una voz que me parece que tiene acento extranjero pero no extranjero de otro país europeo sino español con un leve acento, su dicción era perfecta pero con un cierto deje que me resulta familiar, tal vez sudamericano, portugués, o alguna lengua del país, gallego,… no sé.

- ¿Residencia Ribera-Schindler? .
- ¿Perdón?.
- ¿Es la residencia Ribera-Schindler?.
Noto en el tono de voz de mi interlocutor un ligero tono de malestar por tener que realizarme de nuevo la pregunta, tal vez, bueno tal vez no, no me cabe duda que esperaba que le contestaran de la “Residencia Ribera-Schindler”, está claro.

Es curioso, no me gusta contestar encuestas telefónicas, pero aquel día estaba por agradar, la chica  tenía un tono de voz agradable y hablaba con una gran familiaridad, supongo que son tácticas comerciales muy estudiadas.
- Buenas tardes, le llamo de la Editorial La Pava de aquí del pueblo de al lado, pongámosle este nombre porque de verdad  que sería incapaz de recordar el autentico nombre de la editorial...
- ¿Tendría inconveniente en contestar algunas preguntas sobre el hábito de lectura de los españoles?.
- No, dígame.
- ¿Cree que los españoles leemos suficiente?..............
- ¿Leen mas el resto de los ciudadanos de la Unión Europea que los españoles?.....
- ¿Cree que compramos pocos o muchos libros?....
En definitiva varias preguntas de este tipo y sus respuestas correspondientes.

- No, perdone no es aquí la residencia Ribera-Schindler.
Mi interlocutor con tono de decepción .
- ¿No es la residencia Ribera-Schindler?.
- No, no lo es, lo siento, creo que se ha equivocado de número.
Al otro lado de la línea con incredulidad.
- ¿ Me he equivocado?.
- Si creo que si. Adiós buenos días.
Cuelgo el teléfono.

- En agradecimiento por contestar nuestras preguntas dígame su dirección que le vamos a enviar un regalo.
- ¿Un regalo?.
- Si, se trata de una cafetera.
En ese momento se me encendió la bombillita y recordé el viejo truco de voy a hacerte un regalo y de paso te vendo algo o mejor al revés te vendo algo con la promesa de hacerte un regalo.
- Mire señorita no me mande a nadie a casa con la cafetera ya que no voy a comprar nada, se lo agradezco no quiero la cafetera.
- No, no se preocupe, no tiene que comprar nada, el regalo es sin compromiso por su parte, es por contestar nuestras preguntas.
- ¿Seguro?.
- Si , seguro.
Siempre me queda la duda de si vienen con un regalo y no los dejo entrar, lo cojo, si es que me lo dan y ¿podría despacharlos sin más?, es difícil saberlo.
Días mas tarde según me comentó mi hija apareció un tipo con una carpeta bajo el brazo y una caja descomunal que tenía por fuera la foto de una cafetera, por el tamaño de la caja debía ser la “Madre de las cafeteras”, ella que no tenía tiempo de atenderlo no le abrió, el individuo en cuestión llamó por teléfono un par de veces e insistió en la entrega, ella temiendo que a cambio había que aguantar un sermón de venta de algún producto le dijo que no y el tipo se marchó.

No le di más importancia y seguí con mis ocupaciones, pero un rato después me acordé de la llamada, me llamó la atención que quien hacía la llamada se quedaba extrañado de que no era el sitio al que llamaba.
Fantaseando acerca de esta situación llegué a la conclusión de que era un conocido, amigo o familiar de los Ribera-Schindler, si era familiar, de primeras ¿no le extrañó que atendiera el teléfono una voz desconocida?, tal vez no era de la familia. Entonces era un conocido, lo que quedaría confirmado por el desconcierto sufrido al llamar a un número pensando que va a hablar con alguien concreto y que te digan que no es ahí. Aunque pensando mal es posible que el que llamaba fuera un amigo, solo de la señora Schindler por supuesto, lo que demostraría el desconcierto del interlocutor, tal vez pensó que había cogido el teléfono el mismísimo señor Ribera, ¡habría quedado al descubierto!. Aunque también podría ser el genuino señor Ribera quien llamaba, quería hablar con señora Schindler, se encontraba de muy buen humor aquella mañana y bromeó con la pregunta ¿Residencia Ribera-Schindler?, también podría haberlo dicho mas pijo todavía ¿Residencia de los Ribera-Schindler?, bueno a lo mejor, para ellos naturalmente, serán millonarios y lo normal cuando llaman a casa es decir eso, ¿qué raro no?, el caso es que encontró que quien atendía el teléfono era otro hombre, ¡que inesperada sorpresa! ¿quien sería el tipo que cogió el teléfono? se preguntaría, ¿mi mujer tiene un amante o es el repartidor del butano? ¿y porque el repartidor del butano iba a coger el teléfono? ¿en qué estaba ocupada mi mujer que le impedía coger el teléfono y lo hizo el butanero con esa confianza como si estuviera en su casa?, cuantas preguntas se hubiera hecho el señor Ribera en aquel momento. Quien sabe, es más que probable que no sea ninguna de estas suposiciones, fue tan solo una equivocación.

El relato está basado en un hecho concreto pero solo tiene trazas de realidad, los nombres familiares no son los reales, no he pretendido en ningún momento ni juzgar ni verter opiniones acerca de nadie que conozca, ni siquiera que no conozca. Cualquier parecido con hechos y personas reales es fruto de la casualidad y de la imaginación.

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